Van desplazándose las sombras
con el vaivén de la flama
en vela, el frío entra
de puntillas en la piel.
El sonido del trueno
hace retumbar los cristales,
mientras las letras danzan
con mis dedos como tejedor.
Se desata la tormenta
de las cadenas que la aprisionan.
Se va extendiendo el sabor de la noche
y en mis pupilas pasea tu rostro,
tu indecisión vuela entre dudas.
La luna cuenta tus lunares
en la última conciencia de mi mundo,
el laberinto de la locura me llama.
Y con el filo de la luna
desterrar las ansias congeladas
en las madejas de sueños.
El sonido de las gotas
acompasado en cuatro cuartos.
Me voy acomodando plácidamente
y en susurros, dejo al lienzo
cobijar mi cuerpo.
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